Arritxu Zuri (arritxuzuri@gmail.com)
ORGULLO PATRIÓTICO
IRRACIONALIDAD
FILÓSOFOS DEL FÚTBOL
¿Y qué sería de España sin Gustavo Bueno? Escuchemos al oráculo (Libertad Digital, 12/07/2010): «La selección desencadenó una especie de afloración de una realidad patriótica que antes no aparecía». Hay que ser catedrático de Filosofía para poder decir: «Un secesionista no puede ser considerado como miembro de una nación, porque él dice que es de una y nos roba la nuestra, atacar al patrimonio nacional es como robarnos algo»; «el nacionalismo había logrado arrojar a todos y sentir vergüenza del patriotismo». Resultan graciosos estos nacionalistas atacando a otros por ser nacionalistas…
TEÓLOGOS DEL FÚTBOL
Es interesante que desde la propia Iglesia Católica se compare la religiosidad popular con el fervor futbolístico, pues tienen elementos comunes, y no sólo la entrega del trofeo a una estatua a la que se dirigen como si fuera una divinidad. Ese tipo de ofrendas es muy del gusto de muchísimos creyentes del fútbol y de no pocos creyentes católicos. Totalmente respetable. Pero quienes se entusiasman cuando “la Virgen del Pilar” recibe una copa, quizá no deberían escandalizarse tanto de que a Hyundai se le ocurriera idear un anuncio en el que se mezclaba el ritual de esta iglesia con elementos del fútbol; finalmente fue retirado, pues resultaba ofensivo para muchos (InfoCatólica, 15/05/2010). O de que un cura holandés celebrara una “misa naranja” a favor del equipo holandés; ante el escándalo, fue cesado de sus funciones. A otros les escandaliza que un club con el que se identifican personas de toda creencia, realice un ritual (que además es completamente pagano) ante una imagen de culto que pretende representar a la madre de Jesús.
VÍCTIMAS
Y es que la gente pierde la cabeza… No sólo la gente. ¿Cuántos se han enterado de que una estatua barroca de Neptuno fue decapitada en Valencia durante la celebración? (Europa Press, 13/07/2010). Imaginemos que hubiera ocurrido durante una manifestación por cierta causa política o por los derechos de alguna minoría; la cabecita en cuestión, o la estatua sin ella, habría sido portada de muchos periódicos y telediarios, y muchos habrían reclamado para los manifestantes la misma condena que al dios en cuestión. Pero nadie se enteró: no se puede aguar la fiesta del fútbol con decapitaciones de estatuas barrocas.
UNA VISIÓN DIFERENTE
Por supuesto, una celebración futbolística no es un mitin de Hitler. No tienen nada que ver. ¿O pueden tenerlo? Sociológicamente hay algunos puntos de contacto. Los mecanismos de dinámica gregaria, de fusión en la masa, son similares. Una lectora comenta agudamente en un blog: «Personalmente me produce casi tanto pavor la masa que se reúne por una supuesta alegría (generalmente es supuesta) como la masa que se reúne por odio (que generalmente no es supuesto) o similares». Es lógico: si millones de personas son capaces de dedicar una noche (o varios días) a una celebración por un simple resultado competitivo, es fácil imaginar que al menos unos cuantos de ellos, convenientemente bombardeados con mensajes de pánico a cierto colectivo o a peligros amenazantes, se movilicen también para fines menos deportivos. Lo que es más raro de ver es que se movilicen por asuntos realmente positivos.
ALGUNOS CONSEJOS
Tras hacer un recorrido por el discurso oficial, y analizarlo someramente, me atrevo a lanzar algunos consejos, por si alguien se anima a tomarlos en consideración:
- Si te gusta el fútbol, disfruta del buen juego lo haga quien lo haga, y acepta deportivamente que se pierda un partido. En tal caso, no consideres que ha sido una “derrota” (y mucho menos tu derrota), y atesora los buenos momentos del encuentro.
- Haz que sea real el dicho “lo importante es participar” (desmentido cada día por el actual deporte-espectáculo de consumo y de sensaciones).
- Si no te gusta el fútbol, fomenta entre quienes sí son aficionados el gusto por el juego, no la sed de victoria.
- Que tus celebraciones sean proporcionadas al éxito obtenido; recuerda que el fútbol, como tantas otras cosas, es sólo un juego.
- No idolatres símbolos, por muy profundo que sea el significado que ves en ellos.
- Si buscas un Dios, el fútbol o la patria no pueden serlo. Si ya conoces a Dios, comprobarás que no puedes servirle a él y otros señores. Si puedes, es que tu dios es falso.
- Si buscas identidad, las banderas quizá te la roben, en lugar de proporcionártela. Encontrarás tu identidad más genuina en valores realmente trascendentes y humanos (en el sentido más elevado del término).
- No tengas miedo a no ser masa. Eso sí, has de saber que ese intento te traerá incomprensión. Pero no cedas y expresa lo que pienses con iguales dosis de firmeza, respeto, buen humor y capacidad didáctica (aunque parezca imposible, y aunque el presente artículo lleno de imperfecciones pueda desmentir este ideal, no abandonemos el intento de ser auténticos).
- Aunque haya millones que a tu alrededor se alegran contigo, nunca pienses que ese sentimiento deba ser obligatorio. Acepta que otros lo vean diferente.
- Huye de tópicos, que son el refugio de la mediocridad. Todos incurrimos ocasionalmente en alguno, pero no permitas que te definan.
- Cuando estés en el grupo-masa, no realices conductas que no harías fuera del grupo. Sé auténtico, no un espejo de la marea humana.
- Pruébate a ti mismo: ¿Eres capaz de celebrar algo sin consumir drogas? (Incluye el alcohol, por supuesto).
- Es legítimo sentir satisfacción y alegría, pero desprecia el orgullo, que es un sentimiento vano y un contravalor. Aparte de que nada hay más absurdo que sentir orgullo por algo que uno no ha hecho.