domingo, 25 de julio de 2010

Mundial 2010: el discurso de la “victoria” y algunos consejos

Arritxu Zuri (arritxuzuri@gmail.com)

 
Mis conocimientos sobre fútbol son mínimos (por no decir nulos), pero aunque fueran más amplios y me reconociera como un gran aficionado a contemplar ese deporte, creo que seguirían sorprendiéndome esas tertulias en las que varios comentaristas dedican incansables minutos a reflexionar sobre una jugada, un estilo, un partido, elevando a una categoría casi filosófica lo que en realidad es retórica vacua. Por contraste, resulta mucho más auténtica la conversación improvisada de unos amiguetes que, sin semejante palabrería, comentan emocionados una jugada de la noche anterior.

 
Hay hasta libros de pensamiento futbolístico, como el de Juan Villoro Dios es redondo, con título ridículo y blasfemo; no lo he leído, pero escuché una entrevista a su autor, quien, a pesar de su pretenciosidad pseudosociológica, resultaba superficial y convencional. Creo que ha sido un éxito.

 
Estos días, a raíz de la victoria de la selección española en el Mundial 2010, y la consiguiente efervescencia competitiva y patriotera, editoriales de diarios, columnistas, líderes de opinión, se han lanzado a “reflexionar” sobre el evento. El conjunto muestra un discurso prácticamente homogéneo, a modo de ideología oficial o muestra de pensamiento único.

 

 
ORGULLO PATRIÓTICO

 
Leamos algunos ejemplos: Un editorial de La Razón del 11 de julio, bajo el glorioso título de “La hora de España”, dice: «Bienvenida sea la final de un Mundial de fútbol con presencia española por cuanto está superando la trascendencia deportiva para convertirse en una reivindicación alegre, cívica y responsable de España y del hecho de ser español. Son valores que, de un tiempo a esta parte, habían caído en el olvido y, en el peor de los casos, eran estigmatizados por complejos arrastrados desde el pasado reciente de nuestra historia del que muchos no logran desembarazarse.

 
»Pero ha llegado el momento de, sin patrioterismos ligados a cualquier ideología política, sentirse orgulloso de ser español y de ser un patriota que, según el diccionario de la RAE, no es otra cosa que una persona que tiene amor a su patria y procura todo su bien.»

 
Ya puestos, veamos la única definición que ofrece el DRAE de la palabra “orgullo”, tan manida estos días: «Arrogancia, vanidad, exceso de estimación propia, que a veces es disimulable por nacer de causas nobles o virtuosas». ¿Que un equipo gane un Mundial es una causa noble o virtuosa? En cualquier caso, hemos visto mucho “exceso de estimación propia”. Aunque no siempre se usa el término con sentido tan negativo, el orgullo es moralmente malo; y si se exhibe por algo que responde al azar, como haber nacido en un determinado lugar, es también ridículo. Y peligroso: recordemos el ensayo La rabia y el orgullo, lleno de odio, resentimiento y tergiversaciones, que Oriana Fallaci vomitó a raíz del 11-S.

 
Sigue el editorial, con grandilocuencia de tono decimonónico: «Sin pretenderlo –su objetivo sólo es ganar la competición futbolística más exigente en la que participan las mejores selecciones del mundo– la Selección Española nos ha devuelto una serie de principios y convicciones que deberían permanecer inalterables y al margen de cualquier contingencia política, social o económica. Las lícitas rivalidades de futbolistas que juegan en distintos clubes de fútbol se han dejado atrás ante el reto mayúsculo que afrontan». ¡”Principios y convicciones”! Hombre, todo juego puede estar relacionado con algunos valores, pero seguirá siendo sólo un juego. El problema es que los juegos de competición (y más cuando son “a muerte”) fomentan también otros valores (más bien contravalores).

 
Pero para el editorialista la trascendencia llega más lejos, casi hasta el supremo bien: «El mejor patrimonio deportivo de la Selección Española es que juegan como un equipo en el que todos, titulares y suplentes, buscan el bien común. (…) En definitiva, unión, una confianza basada en hechos y no en probabilidades, sensatez y ser fiel a unas convicciones son las cualidades que adornan a la Selección Española ante la que la inmensa mayoría de los españoles han caído rendidos». Y los que no han caído, han sido rendidos, ¡qué remedio!

 
«Los de Del Bosque nos están dando una lección que deberíamos aplicarnos todos. Por lo pronto, se han mostrado como un elemento de cohesión de España y del hecho de ser español, más allá de las ideologías políticas e intereses partidistas que suelen caer siempre en el sectarismo. La unión de todos los españoles que se ha vivido estos días en torno a este proyecto futbolístico debería extrapolarse a otras esferas de nuestra realidad. (…) Ver en balcones y ventanas la bandera de España en lugares como Bilbao, San Sebastián, Barcelona o Gerona con absoluta normalidad no debería ser una excepción que termine tras la euforia del Mundial, sino el principio de una senda en la que estemos convencidos del potencial de España y de todos los españoles, ya que juntos somos capaces de alcanzar cualquier objetivo y de superar las adversidades». (Resulta divertido que el día 13 el mismo diario publicara un editorial titulado: “El fútbol no es política”. ¿En qué quedamos?).

 
Pero esta parrafada no fue suficiente; tras la victoria era necesario volver a editorializar las glorias patrias: “Una selección para la Historia” (con mayúscula mayestática, pero ortográficamente incorrecta, en La Razón, 12/07/2010): «Es lógico que esta selección haya provocado la euforia en toda la sociedad española. Nos ha transmitido valores como la unidad, la solidaridad, priorizar el interés común frente a intereses partidistas, la generosidad y también una extraordinaria capacidad de sacrificio cuando procede. Todos estos rasgos distintivos de nuestra selección deberían extrapolarse al conjunto de la sociedad española, desde los políticos hasta los empresarios pasando por las fuerzas sociales y los ciudadanos. (…) Sí, el futuro a corto y medio plazo va a exigir lo mejor de nosotros mismos y lo mejor como país. Así, sería deseable desterrar actitudes sectarias, confrontaciones baldías e invertir la tendencia: es mejor sumar que restar. Juntos, podemos». Emocionante.

 
Otra joya ensayística: el editorial de ABC del 13/07/2010: «Toda España fue una fiesta, con epicentro en la capital, pero con una expresión muy significativa en todas las regiones, rompiendo en algunos casos falsos tópicos identitarios. España es una gran nación histórica que ha encontrado en el equipo dirigido por Vicente del Bosque el símbolo de los valores compartidos y de las emociones que vertebran una conciencia común. El 11-J forma parte ya de lo mejor de nuestra historia deportiva y es fiel reflejo también de un fenómeno sociocultural que deberá ser analizado en sus múltiples variantes». Analizado, pero no criticado, cuidadito.

 
Para el editorial de Libertad Digital (12/07/2010), ésta es “Una buena ocasión para gritar ‘Viva España’”: «Los españoles, si bien a menudo enfrentados entre sí, si bien más divididos de lo recomendable en cuitas políticas e identitarias, se han unido para respaldar y celebrar las victorias del equipo nacional en una de las mayores manifestaciones de orgullo colectivo que podemos recordar. Todos han estado apoyando y sufriendo cada minuto de cada partido con un equipo que al final ha logrado coronar un más que justo triunfo». Y dale con lo mismo: “orgullo”, “todos”… Parece que una agencia ha enviado un modelo de editorial a todos los medios. En este caso, además, aprovechan para dar caña a las “cuitas identitarias”. ¿Qué hacer para luchar contra el nacionalismo identitario separatista? Pues doble ración de nacionalismo identitario españolista. El identitarismo catalán y vasco es retrógrado (correcto); pero el identitarismo español es una maravilla, oye (¡¡!!).

 
Sigamos: «Desde luego, podemos lamentar que las banderas, los himnos y los vítores a España sólo se escuchen en ocasiones como ésta y no más a menudo como corresponde a un Estado moderno donde los símbolos de la nación son la representación de la soberanía popular, de las libertades y de las instituciones democráticas. Pero al menos el fútbol constituye una espita por donde se exteriorizan sin complejos los sentimientos de españolidad que como es natural albergan la inmensa mayoría de españoles». “Al menos…”; con poco os conformáis, amigos. Ya que no hay unidad nacional real, al menos que haya un sucedáneo; así los adoradores de banderas podréis disfrutar de la ilusión de que “somos un gran país”.

 
Donde se escribe un “al menos”, no puede faltar el “ojalá”. Aquí lo tenemos: «Ojalá la celebración de este tipo de gestas contribuya a que en lo venidero la exhibición de los símbolos nacionales se vuelva más habitual y corriente, especialmente en aquellas regiones donde existe una auténtica represión social y política contra quienes osan manifestarse como españoles». La verdad es que es condenable que haya regiones donde la gente no pueda expresar su amor por la bandera española por considerarla una provocación. Ahora bien, atrévase uno a manifestarse como antiespañol, o como pro holandés, en medio de la orgía de la victoria. ¿Hay narices?

 
Tenemos otro “ojalá” en el mismo editorial: «Ojalá todos aquellos que sienten la necesidad de gritar con más frecuencia un sencillo ‘¡Viva España!’ no tengan que encontrar refugio en estas más que lógicas mareas de euforia nacional sino que puedan incorporar esta práctica en su quehacer cotidiano sin miedos a ulteriores represalias. Quizá el poder asociar nuestros símbolos con el recuerdo de días tan felices como este 11 de julio de 2010 lo haga posible. Por nuestra parte, sin duda, y como corresponde en una hazaña como ésta, no dudamos en proclamar un merecido ¡Viva España!». Muy sencillo les ha quedado el grito, sí. ¡”Más que lógicas mareas de euforia nacional”! Anda, que si llegan a ser ilógicas o irracionales...

 
Pero, ¡atención!, no todos son dignos de pronunciar el “¡Viva España!”, por muy sencillo que sea. Para Pío Moa, ex GRAPO y hoy de extrema derecha, hace falta ser como él para poder emitir ese sencillo grito; no se libra ni Rajoy, quizá demasiado centrista. Escribe Moa en su blog (12/07/2010): «Rajoy dice ‘Somos los mejores ¡Viva España!’. Pues no, Rajoy no es de los mejores sino de los peores, y su viva España suena a hueco. Él es lo que en términos tradicionales, ya en desuso, se denominaba un traidor. Estará pensando: “todo esto es economía, en definitiva”». Si Moa le da así a Rajoy, agárrate, Zapatero. Ahí va: «Lo del Mequetrefe Siniestro resulta aún peor, porque además es un pedante, felicitando, el cursi memo, a Del Bosque por su ‘elegancia machadiana’. Y también por su ‘serenidad y su bondad’. Lo dice el mayor colaborador que han tenido los asesinos de la ETA, el balcanizador de España, el fomentador del aborto… Ah, y con buenos reflejos: ha quedado con Del Bosque para hacerse la foto en la Moncloa y explotar políticamente la cosa, porque pillería no le falta al fulano. La política actual, en España, da náuseas». Menos mal que tenemos a Pío Moa para que nos administre un dulce antivomitivo, y podamos sentir el orgullo de ser españoles de los de verdad… Y menos mal que Pío no siguió girando hacia la izquierda, pues a saber qué habría escrito sobre Cayo Lara, la CNT, o, quién sabe, sobre sus antiguos colegas del PCE(r).

 
Moa al menos ha sido original. ¿He dicho “al menos”? Busquemos otros “al menos” (si es que se han puesto de acuerdo…): «El hecho de que los españoles estemos necesitados de otras alegrías y esperanzas más profundas, no nos impide disfrutar sanamente de esta merecidísima victoria que al menos durante unas horas nos coloca, entre honores y halagos, en el escaparate mundial». “Honores y halagos”, qué bonito, como a las princesas de los cuentos. Pero se trata de la emisora de los obispos católicos; hay que darle un tono solemne, trascendente (léase con el tono correspondiente, por favor): «Evidentemente, una incontrolada pasión por el fútbol puede hacer perder de vista lo esencial, puede pervertirse en aras de meros intereses económicos y puede ser también utilizada políticamente. Pero todo ello, sin dejar de ser cierto, no alcanza a explicar la hondura de un fenómeno que entusiasma a muchísimas personas y que es capaz de ofrecernos algo más elevado que un mero pasatiempo» (Línea Editorial Cadena Cope, 12/07/2010).

 
Y aquí está el grave error, la distorsión ética. Porque el fútbol quizá sea algo más que un pasatiempo (y lo dudo…), pero no es “algo más elevado”. Es absurdo, por mucho que a uno le guste ver un partido, o que su equipo gane, conferir trascendencia, casi religiosa, a un simple juego.

 
En esta línea, destaco un comentario tomado de un blog: «El fútbol, como otras cosas de este tipo, es aceptable como pasatiempo, como espectáculo, etc. El problema es que hoy se ha establecido que el fútbol es algo de importancia “nacional”, las artistas de cine son “ejemplos” para la juventud, los cantantes de bailables son “artistas ejemplares” y así podemos ir recorriendo la “transferencia de valores”... Por mí que gane el partido el mejor, lo malo es que eso se le dé una valoración nacional, una expectativa extraespectáculo y unas gamberradas o acciones de borrachos y neuróticos... Una lastima».

 
IRRACIONALIDAD

 
Ya hemos visto el tono trascendente que ha adoptado la derecha a raíz del partidillo. Miremos hacia la izquierda, a ver si ahí encontramos algo profundo de verdad. Almudena Grandes, en El País, “Alegría” (12/07/2010): «Primero fue la incredulidad. Después, y eso es lo emocionante, ha sido la sonrisa. Durante unas semanas, hemos vuelto a sonreír. Hace muchos años que no estábamos peor, pero hace muchos años que no estábamos mejor, y el fútbol no arregla nada, no resuelve los problemas, no despeja el negro horizonte del porvenir que nos espera, pero le ha devuelto la alegría a este país». Almudena no ha escrito “al menos”, pero está implícito. Sigamos en este crescendo de emoción: «La alegría ni se fabrica ni se negocia, y es tan cara que no puede comprarse con dinero. Por eso es preciso disfrutarla, paladearla lentamente, dejar que la boca se impregne con su efímera y omnipotente dulzura. Gracias, Roja. Porque hoy somos ricos, porque somos poderosos, porque somos los mejores, sin dejar de ser tan bajos como nosotros mismos. Gracias por la alegría». Algunos dicen que es una gran escritora; tras leer esto creo que a cualquiera se le quitan las ganas de abrir una de sus novelas. Quizá tiró de ese editorial de agencia que sospechamos que debió de circular (si no, es imposible tanta coincidencia), pero lo adornó con algo de estilo (“efímera y omnipotente dulzura”) y de filosofía (o quizá economía): “La alegría ni se fabrica ni se negocia, y es tan cara que no puede comprarse con dinero”.

 
Luego está la apología de la irracionalidad: «El fútbol es lo que tiene: despereza las emociones que estaban agazapadas. En esta ocasión nos ha sacado a todos al español que llevamos dentro, de derechas, de izquierdas, de ‘ya me lo pensaré’. No hay nada que pensar, es cuestión de sentir» (Cecilia García, “...Y España ganó”, La Razón, 12/07/2010). Ya no es la mayoría de los españoles, son todos quienes se han convertido a esta gran fe deportivo-patriótica. Y que no se les ocurra pensar, no sea que despierten del sueño fantástico de este culto nacional.

 
Esta religión tiene sus ídolos; el más importante, ya lo hemos señalado, la bandera, auténtico objeto de culto; no es una metáfora: «Esa adoración por la bandera yo no la he visto nunca antes», dice la periodista Pilar Cernuda (Periodista Digital, 13/07/2010), no preocupada, sino extasiada. «Los niños la llevaban como amuletos», escribe Cecilia García, y no para lamentarse de semejante superstición, no. El ex presidente Aznar ya no se conforma con patriotismo constitucional; quiere algo más impactante: «Hemos visto, y esto es aún más importante, ventanas y balcones de las calles de los pueblos y ciudades de España que nos han demostrado que el sentimiento español es muy fuerte, que está muy vivo y que estamos orgullosos de poder exhibirlo con la alegría compartida de sabernos españoles» (Libertad Digital, 11/07/2010).

 
La bandera representa al estado; como símbolo está bien para señalar edificios y actos oficiales. Pero la utilización emocional de cualquier bandera puede degenerar en crispaciones, exclusivismos, identitarismos parafascistas. Cuidado con las banderas, que tienen mástiles que sirven para golpear cabezas.

 
Si alguien duda de que vivimos en una sociedad idólatra, con el asunto éste de “la Roja” puede comprobarlo ampliamente. «Ahora se ha puesto de moda alojarse en el hotel en el que España realizó su preparación y los más avispados ya empiezan a hacer caja. “La idea viene de un aficionado extraño que pidió las mismas sábanas que usaron los futbolistas”, comenta la propietaria del hotel situado en Schruns, una localidad situada en Austria, de menos de cuatro mil habitantes, donde La Roja estuvo concentrada antes de viajar a Sudáfrica para conseguir su primer Mundial.

 
»De esta manera, los aficionados más fanáticos pagan encantados un precio mayor del habitual por poder dormir con la misma ropa de cama que utilizaron los campeones mundiales, y reviven las sensaciones y experiencias de La Roja en su periplo por tierras austriacas.

 
»”Solo en este fin de semana hemos recibido 15 reservas en las habitaciones en las que pernoctaron ciertos jugadores españoles”. Parece que la iniciativa está teniendo bastante tirón en Austria. Curiosamente a aquel país ya empezaron a acudir muchos aficionados después de que La Roja ganase la Eurocopa en 2008 ante Alemania en el Ernst Happel de Viena» (Yahoo!, 19/07/2010).

 
Estas conductas fetichistas aparecen en los medios como curiosidades simpáticas; pero la verdad es que reflejan una degeneración ética muy preocupante. Otro ejemplo: «Los madrileños gozan del privilegio de tener en su ciudad la Copa del Mundo durante dos días. La Real Casa de Correos será el hogar temporal del preciado trofeo para que los aficionados, entusiasmados con La Roja, puedan ver y fotografiarse con la Copa. (…) Allí pueden acudir los aficionados jueves y viernes para inmortalizarse con el trofeo, junto al que se exhibe una camiseta firmada por los 23 jugadores que conformaron la concentración ganadora.

 
»La expectación que ha generado la Copa del Mundo en Madrid ha sido tal que se han vivido largas colas en el primer día de exposición. A las 7:30 ya comenzaban a agolparse los primeros visitantes, y durante el resto del día la afluencia ha sido enorme. Sólo se permitía que cada aficionado estuviera 15 segundos delante del trofeo.»

 
Agarrémonos ante esto otro: «El Consejo de Gobierno ha decidido distinguir a la Selección Española de Fútbol la Medalla de Oro de la Comunidad de Madrid, máxima distinción que reconoce los méritos de una persona, entidad o institución que haya servido desinteresadamente a los ciudadanos, y Vicente Del Bosque será condecorado con la Gran Cruz del 2 de mayo» (Yahoo!, 22/07/2010). ¡Desinteresadamente! Resulta que los jugadores han tenido que sacrificar sus vacaciones y pagarse el viaje a Sudáfrica en servicio a la causa nacional. Puro esperpento…

 
FILÓSOFOS DEL FÚTBOL

 
Ante tanta irracionalidad, ¿qué dicen los filósofos? Gabriel Albiac (ABC, 14/07/2010), tras varias citas de Pascal: «Todos mis amigos saben que me aburre el fútbol. Pero no era fútbol, esto. Era la rara afirmación de que se puede ser feliz. Con poca cosa. Aun para el pascaliano animal mortal, muriente y muerto. Y supe que está bien que a veces pase». Qué sublime resignación (es decir, menuda derrota de la inteligencia por parte de alguien que va de iconoclasta).
¿Y qué sería de España sin Gustavo Bueno? Escuchemos al oráculo (Libertad Digital, 12/07/2010): «La selección desencadenó una especie de afloración de una realidad patriótica que antes no aparecía». Hay que ser catedrático de Filosofía para poder decir: «Un secesionista no puede ser considerado como miembro de una nación, porque él dice que es de una y nos roba la nuestra, atacar al patrimonio nacional es como robarnos algo»; «el nacionalismo había logrado arrojar a todos y sentir vergüenza del patriotismo». Resultan graciosos estos nacionalistas atacando a otros por ser nacionalistas

 
Sigue la lección magistral: «Desde un punto de vista histórico y antropológico, el desencadenamiento del patriotismo se debe a que el fútbol demuestra que todos los que juegan en él viven en la misma nación (catalanes, madrileños, manchegos, murcianos, vascos...) es una realidad y consideran a los secesionistas como gente que intenta mermar esa unidad». «Este Mundial es la demostración de que en España hay un sentimiento patriótico profundo de muchos siglos que no se puede eliminar y que preocupa a los separatistas vascos y catalanes». El motivo de la preocupación es que «ven que a pesar de esas manifestaciones que hacen, más minoritarias de lo que ellos predican, han cogido miedo al patriotismo español enfurecido». Parece que a este filósofo le gusta el enfurecimiento patriótico que da miedo. Y es que hay quienes, como veremos después, han sentido miedo estos días de euforia.

 
Marchando otra de filosofía, irracionalista para variar (quizá sea la sombra de Schopenhauer…): J. J. Armas Marcelo (ABC, 13/07/2010): «El fútbol también es una metáfora y posee una lógica interna que solo conocemos quienes conocemos por dentro el fútbol, bien porque esa pasión nos ha hecho estudiar, más allá del simple deporte, ese fenómeno de masas y amarlo hasta más allá de lo razonable, bien porque en alguna parte de nuestras vidas soñamos con llegar a ser uno de esos futbolistas españoles que acaban de ganar la Copa del Mundo en un gran país africano». Hay intelectuales vanidosos que se pavonean de su erudición; pero al leer cómo uno farda de que comprende los arcanos del fútbol, parecería que se trata de una broma. Pero no, por lo visto va en serio: «Esta temporada del Mundial me he reído mucho viendo a gente que nunca se ha interesado por el fútbol escribiendo sobre el baile de la Roja como si suspiraran de qué estaban escribiendo. Y no solo bellísimas presentadoras de televisión, sino también intelectuales violetas o no, de más tomo que lomo, y repugnantes de todo aquello que no sea pensamiento crítico». ¿Y él? ¿Se creerá un genio?

 
Pero no todo es filosofía; Armas Marcelo también domina la teología (y la estética): «¿Cómo no va a haber fe en Villa, en Torres, en Llorente o Pedro, cómo no va a haber fe en Navas? Son gentes que han superado complejos, lesiones, problemas personales, gentes que han madurado sabiéndose privilegiados, llamados a ser los dueños de una gloria que nunca será efímera, atletas internacionales que se abrazan a su destino como las cariátides a sus columnas: con el estilo superior de la estética».

 
Para estética, José Luis Garci (ABC, 14/07/2010): «Los que saben certifican que en el fútbol el ritmo sale del estilo. El combinado español, durante décadas, no ha tenido estilo. Quizá porque siempre han primado aquí los clubes sobre la Selección. Pero ahora sí tiene un estilo el equipo nacional. El sosiego. Eso que nos transmitieron Velázquez y Cervantes; una virtud poco española, es cierto. Es sosiego, serenidad, hasta silencio —hace falta silencio para pensar— lo que atesora “nuestro” centro del campo (donde se fabrican las victorias)». ¡Gracias Velázquez, gracias Cervantes, por ayudarnos a ganar el Mundial!

 
Cuando estos “filósofos” relean sus escritos unos meses después de la euforia, ¿qué sentirán? ¿Orgullo? ¿Vergüenza?

 
TEÓLOGOS DEL FÚTBOL

 
En La Razón, otro teólogo firma como “El Submarino”, y titula: “Dios premió a los suyos” (13/07/2010). Irá de cachondeo, piensa uno; a ver: «Es tentador hacer un análisis teológico de la victoria de la selección. Dios castigó a los paraguayos por entregarse a una Betsabé lujuriosa que amenazaba con mostrar su delantera con impudicia. Castigó también a los alemanes, que en vez de encomendarse a su compatriota pontificio se engancharon en las ventosas de un pulpo pitoniso. ¡La adivinación es un pecado abominable a los ojos de Dios! Holanda podría haber ganado. Sneijder, que echó a Brasil del Mundial, se convirtió hace poco al catolicismo, y no sólo por contentar a su novia Yolanthe, sino también por el buen ejemplo de Zanetti, su compañero en el Inter de Milán. Su rosario podía contrarrestar las imágenes de la Santina de Covadonga que Villa guarda en el móvil. Pero Holanda pecó: optó por la violencia y el juego sucio. “Bienaventurados los pacíficos”, dice la Biblia. ¿Y España? Llegó orgullosa a África, perdió, y cuando se humilló, Dios la levantó y le concedió el triunfo». Y se queda uno con la duda de si es cachondeo, pero siendo que La Razón es un diario muy católico, uno sospecha que va en serio. Algo blasfemo, en cualquier caso.

 
Pero la moda es la moda y, así como los políticos tiñeron de jerga futbolera sus declaraciones de esos días (se hablara de fútbol o de otra cosa), también el Vaticano quiso hacer su aportación al Mundial. En un artículo publicado en L’Osservatore Romano, titulado Cuando Ratzinger escribía sobre fútbol, se recoge un texto de 1985 del entonces cardenal y hoy papa. Veamos su grado de profundidad: «Con su periodicidad de cuatro años, el Campeonato Mundial de Fútbol demuestra ser un acontecimiento que cautiva a cientos de millones de personas. No hay casi ningún otro acontecimiento en la tierra que alcance una repercusión de vastedad semejante», escribía, pareciera que con envidia (años después vimos que ellos son capaces de montar espectáculos de mayor repercusión, si cabe). Continúa: «Lo que demuestra que con ello está tocándose algo radicalmente humano, y cabe preguntarse dónde se encuentra el fundamento de este poder en juego». Añadía que «la fascinación del fútbol estriba esencialmente en que (…) obliga al hombre ante todo a disciplinarse, de modo que, por el entrenamiento, adquiera la disposición sobre sí mismo, por tal disposición superioridad, y por la superioridad libertad. Pero después le enseña también la cooperación disciplinada: como juego de equipo, el fútbol lo obliga a un ordenamiento de lo propio dentro del conjunto. Une a través del objetivo común; el éxito y el fracaso de cada uno están cifrados en el éxito y el fracaso del conjunto». Vaya, parecería que los editorialistas españoles que citábamos antes habrían leído este artículo para inspirar sus textos. O quizá es que es son ideas simplonas, nada más…

 
Según Ratzinger, «los jugadores pasan a ser símbolos de la propia vida». «El fútbol enseña un enfrentamiento limpio en que la regla común a la que el juego se somete sigue siendo lo que une y vincula aun en la posición de adversarios». Hombre, si idealizamos ese deporte… La realidad, me temo, no es tan deportiva; ni tan trascendental como lo que sigue: «La libertad vive de la regla, de la disciplina que aprende el actuar conjunto y el correcto enfrentamiento, el ser independiente del éxito exterior y de la arbitrariedad, y de ese modo llega a ser verdaderamente libre

 
Reflexiones similares a éstas se han podido leer en los medios católicos romanos, en los que se combina el enfoque patriótico con el trascendental-espiritual: «Es cierto que el fútbol es propenso a provocar grotescas exageraciones, pero es evidente que las selecciones nacionales se han convertido en un importante elemento vertebrador social en buena parte del planeta», comenta la Línea Editorial de la Cope (11/07/2010). Todo les viene bien a los obispos para defender eso que llaman “las raíces cristianas de Europa”: «Si el laicismo europeo lograra sus objetivos, convertiría este deporte en un absurdo juego sin alma, en el que se trataría sólo de dar patadas a una pelota y de meterla bajo tres palos, nada capaz de suscitar el entusiasmo de estos días». Vamos, que el fervor callejero se ha debido a que, en el fondo, los españoles no han dejado de ser católicos; pues si triunfara el laicismo, al privarse de religiosidad a la población, no se celebrarían estos fastos.
Es interesante que desde la propia Iglesia Católica se compare la religiosidad popular con el fervor futbolístico, pues tienen elementos comunes, y no sólo la entrega del trofeo a una estatua a la que se dirigen como si fuera una divinidad. Ese tipo de ofrendas es muy del gusto de muchísimos creyentes del fútbol y de no pocos creyentes católicos. Totalmente respetable. Pero quienes se entusiasman cuando “la Virgen del Pilar” recibe una copa, quizá no deberían escandalizarse tanto de que a Hyundai se le ocurriera idear un anuncio en el que se mezclaba el ritual de esta iglesia con elementos del fútbol; finalmente fue retirado, pues resultaba ofensivo para muchos (InfoCatólica, 15/05/2010). O de que un cura holandés celebrara una “misa naranja” a favor del equipo holandés; ante el escándalo, fue cesado de sus funciones. A otros les escandaliza que un club con el que se identifican personas de toda creencia, realice un ritual (que además es completamente pagano) ante una imagen de culto que pretende representar a la madre de Jesús.

 
El resultado del partido da mucho juego religioso. Manuel Morillo, en su blog de Religión en Libertad, por momentos parece crítico: «España y los españoles no son ni mejores ni peores que si un grupo de deportistas profesionales hubiera perdido el partido. Ni siquiera que hayamos alcanzado el triunfo deportivo significa que éste sea reflejo de una nación donde la gente hace deporte y mejora la salud. Lamentable síntoma es que el orgullo nacional, y la felicidad de los habitantes de una nación, dependa de la fortuna de una patada, un cabezazo o la torpeza o mala suerte de un portero». Pero no nos hagamos ilusiones: «Yo me siento orgulloso de la Historia que España ha jugado en el Mundo y me siento orgulloso del Destino que intuyo que la Providencia le tiene preparado. La famosa frase de Mendendez Pelayo la resume a la perfección», y en una nota nos la proporciona: «España, evangelizadora de la mitad del orbe; España martillo de herejes, luz de Trento, espada de Roma, cuna de San Ignacio...; ésa es nuestra grandeza y nuestra unidad; no tenemos otra. El día en que acabe de perderse, España volverá al cantonalismo de los arévacos y de los vectores o de los reyes de taifas». Mira por donde, el fútbol sirve para actualizar el pensamiento más reaccionario del siglo XIX: «Ojalá estas muestras señalen con el patriotismo lo que Ganivet pensaba de la relación de España con el catolicismo: se “halla fundida con su ideal religioso, y por muchos que fueran los sectarios que se empeñasen en ‘descatolizarla’, no conseguirían más que arañar un poco la corteza de la nación” (Ganivet, Idearium 127).»

 
Pero el pobre Morillo no puede disfrutar plenamente de la victoria: «Y me siento avergonzado del actual momento de España, donde reina el aborto, la sodomía, la explotación laboral, el relativismo moral, etc. Pero sobre todo me siento avergonzado de la incapacidad de los españoles para reaccionar ante los tiranos del Sistema que les oprimen, donde incluso los que se piensan “católicos” están secuestrados psicológicamente por “El policía bueno” del Sistema y colaboran con él, consolidándolo».

 
El director de Infocatólica, Luis Fernando Pérez Bustamante, se sirve de la selección de fútbol como ejemplo, siguiendo los símiles deportivos de las cartas de Pablo (12/07/2010), y hace algunas (supongo que para él bellísimas) aplicaciones morales: «Esta selección ha sido fiel a sus principios. Es decir, a pesar de la primera derrota, no ha cambiado de sistema de juego y se ha empeñado en hacer las cosas como sabe». En fin, ¿desde cuando una estrategia es un principio? Sigue Pérez: «De la selección española destaca igualmente el equilibrio entre las diversas líneas. (…) ¿Seremos capaz de ver que si cada cual ocupamos el lugar que nos corresponde en la Iglesia, será más fácil que la misma pueda ser verdadera luz del mundo y sal de la tierra? ¿Sabremos defendernos numantinamente cuando somos atacados y contraatacar, con el evangelio cual balón en nuestros pies, cuando veamos el campo despejado delante de nuestros ojos?» Tras la respetable lectura espiritual, finalmente se pliega ante el nacionalfutbolismo: «Mal, muy mal nos va a ir en este país si el patriotismo sólo lo sacamos cuando gana la selección de fútbol. Pero no es menos cierto que este mundial ha demostrado que el sentimiento español está infinitamente más presente en la calle que en la clase política».

 
Aunque Infocatólica no es un medio donde los lectores puedan participar sin censura, normalmente se puede discrepar hasta cierto punto de los autores. ¡Ah!, pero el nacionalfutbolismo es intocable, así que Luis Fernando esta vez deja claro que en cuanto a esta religión deportiva no se admiten discrepancias; pone en una nota en su blog: «Aviso a tocanarices, aguafiestas, cenizos, hooligans exacerbados, fachas, rojos, peperos, socialistas, nacionalistas y cía: no admitiré comentarios negativos en este post. Tampoco políticos. Si no, la liamos. Y no me da la gana. Ya tendréis otra ocasión para ello». Vamos, que en los blogs de Infocatólica se puede hacer crítica de temas religiosos, pero no de la religión futbolera.

 
Así que, siguiendo la consigna, los lectores van dejando sus comentarios: «En definitiva LF: Que todo es cuestión de fe; Fe que es entrega; Fe y persevarancia que es entrega a la empresa emprendida», escribe uno. Otro se pone histórico-poético: «Poesía histórica: gloriosos Tercios de Flandes. Viva Cristo Rey». Otro: «Muy acertado Luis Fernando en tu artículo. Los católicos necesitamos estar unidos y ser fieles a nuestros principios al igual que ha hecho con acierto y éxito nuestra selección. Si encima somos disciplinados, valientes y con una estrategia adecuada seríamos imparables. Por cierto, qué buena ocasión ésta para sacar la bandera de España con el Sagrado Corazón». Éste atribuye la victoria a Dios: «Sin duda este éxito es mucho mayor por la forma en que se ha conseguido y lo que ha provocado. No debemos descartar que sea un medio buscado para cosas mayores por la Providencia divina. (…) Por todo lo que ha provocado: una convulsión de españolidad, una emoción de ser español, algo que nos une a todos sin distinción de credo, ideología y clase social que no debemos en absoluto subestimar». Éste se emociona: «Ni qué dudarlo, España es mucha España, en todos los sentidos, no únicamente en el deportivo y se hace querer muy intensamente. Mucho». Otro comentario dice: «Me alegro que sea todo celebración sin discusiones ni aguarnos la fiesta». ¡Hombre, claro, si ya el gestor del blog ha avisado de que censuraría a los aguafiestas (del mismo modo que el clima social los ha censurado en el resto del país)!

 
Hay hasta un cura: «Soy un sacerdote hispanoamericano, pero en España, me siento Español, no solo por las raíces culturales, sino por la deuda que tenemos para con España por la empresa evangelizadora... (…) Desde el principio tuve claro que rezar por estas cosas puede ser algo vano, pero en el suplementario, pensé... España “tierra da María”... pues, vamos a pedir a la Virgen que ayude a estos chicos para que alguno de estos en algún momento haga algún homenaje a la Virgen por este campeonato... Así que empezamos a cantar la Salve Rociera como si fuera una barra... (…) Ojala que alguno de los 23 haga algún homenaje público a la Virgen... VIVA ESPAÑA...VIVA LA VIRGEN!!!!»

 
Pero la euforia no sólo afecta a la derecha nacionalfutbolcatólica; también los progres religiosos se contagian, por supuesto. Y a los patéticos (y peligrosos) comentarios reproducidos anteriormente, añadamos las ridículas palabras de José Manuel Vidal, director de Religión Digital, en su artículo “¿A la Iglesia española no le interesa ‘La Roja’?” (11/07/2010). Se comentan por sí solas:

 
«A la Iglesia española, mejor dicho, a sus eclesiásticos, parece no interesarle “La Roja” y su pase a la final. A la Iglesia, sí, no en vano se define a sí misma como “experta en humanidad”. Y la humanidad española lleva un mes pendiente de la selección y con el alma en vilo por ella. Muchos eclesiásticos también. A los curas les encanta el fútbol. Es uno de sus escasas válvulas de escape. Y, a la mayoría de los obispos, también. Y sin embargo ni un sólo obispo la mencionó. Y se cuentan con los dedos de la mano los sacerdotes que, en la homilía del domingo, han hecho referencia al acontecimiento. Aunque sólo fuese de pasada. Casos como el de la parroquia roja de Entrevías son los menos. Y no lo hacen por ese falso prurito de no mezclar las cosas de Dios y las de los hombres.

 
»Hace días, el cura Aradillas en su blog de RD, daba la voz de alarma e, incluso, ofrecía algunas ideas para preparar la homilía basada en un hecho de vida tan señero como la final de un Mundial con España, por vez primera en su historia, como uno de los finalistas. El sí lo hizo, pero la verdad es que tuvo pocos imitadores en las misas dominicales.

 
»Como si estuviese mal hablar de la vida. Como si hubiese que dar la impresión de que los cristianos somos de otra pasta. Angelismo puro y duro de la más rancia estopa. Cuando, como todo el mundo sabe, las penas y las alegrías de la gente forman parte del núcleo de la fe. La evangelización no discurre por un camino paralelo a la vida, sino que se confunde con ella.

 
»Nuestros obispos hablan de todo lo divino y lo humano en sus pastorales semanales. Ni uno sólo, que yo sepa, ha dedicado unas líneas a glosar la hazaña histórica de nuestra selección. Alejados de la vida, alejados de la gente, encerrados en sus palacios, con miedo a mezclarse con sus ovejas... En Sudáfrica, en cambio, los obispos aprovecharon el evento para lanzar un plan catequético especial. Y el cardenal Napier no tuvo empacho en dejarse fotografiar con la vuvuzela.

 
»Y si ganamos la Copa del Mundo, ¿también darán la callada por respuesta? Ni uno sólo se atreverá a alegrarse públicamente con España entera. Y después se quejan de que la gente no les quiere... ¡Ojalá alguno al menos se atreva a sumarse a la alegría del pueblo llano y fiel! Y si no, se retratarán de nuevo.»

 
Si la Providencia ha beneficiado tanto a España y al fútbol, ¿qué hacemos sin tener en los cielos un mediador oficial para este deporte? Ya es hora, ¿no? «El periodista Albert Christian Sellner ha propuesto en las páginas del diario austriaco Der Standard que Don Bosco sea nombrado patrón del fútbol, sugiriendo al Papa Benedicto XVI hacerse promotor de este reconocimiento. (…) Sellner constataba que muchos artistas del balón rezan y miran al cielo durante sus actividades deportivas, y que falta un patrón oficial para la profesión.

 
»”A pesar de que la FIFA haya prohibido el uso de símbolos y gestos religiosos, la mayoría de los jugadores parece no hacer caso y ostentar públicamente su propia fe religiosa”, explica la nota.

 
»El entrenador de Argentina, Maradona, por ejemplo, fue visto desgranar una corona del rosario durante la celebración de los partidos de los Mundiales sudafricanos.»

 
Claro, que un solo patrón es poco: «”Los equipos nacionales”, recuerda ANS, “podrían hacer referencia a los santos de cada país, como Inglaterra a san Jorge, Francia a santa Juana de Arco, Italia al humilde san Francisco de Asís, Eslovaquia a san Martín”.

 
«Dado que Juan Pablo II declaró a Don Bosco “padre y maestro de los jóvenes”, “Benedicto XVI tendría la oportunidad de poder conquistar méritos en el mundo del fútbol proclamando a don Bosco patrono del fútbol”» (Religión en Libertad, 21/07/2010).

 
Y cuando esta institución privada tome esta decisión terrenal sobre un asunto supuestamente celestial, todo el mundo considerará que Don Bosco es patrón del fútbol, como ocurre con otros patronazgos similares.

 
VÍCTIMAS

 
Muchas víctimas han ido cayendo en estas jornadas. Por eso alguno ha hablado de una nueva derrota de España. En ocasiones los medios, los periodistas y algunas personas de proyección social hacen como que educan y tratan de fomentar, especialmente entre los jóvenes, valores como el autocontrol, la salud, el civismo, el respeto… Pero, a la hora de la verdad, comprobamos que lo que gusta es el descontrol, las borracheras, la brutalidad… Y a eso le llaman “divertirse”.

 
En la radio se ha podido oír testimonios de celebrantes, con la complicidad moral de los presentadores. Algunos se limitaban a berrear en grupo las delicadas consignas futbolpatrioteras, esforzándose por desentonar al máximo, o a gritar: “¡Somos los mejores!”, con esa curiosa primera persona del plural. Otros se atenían a razonar su entusiasmo: “Es que el fútbol es lo más grande, no hay nada más importante, esto merece una celebración por todo lo alto”.

 
«Durante el largo paseo en autobús por la capital, concretamente en la Gran Vía (…) Cesc (…), y Piqué bromean visiblemente y después de que el primero le diga algo, el jugador del Barcelona escupe en la espalda a Cortés [ex presidente del Valencia CF]. Éste está vuelto y no se percata de nada mientras los dos jugadores explotan en carcajadas» (20minutos, 14/07/2010).

 
«La celebración de la victoria de España en el Mundial de Fútbol de Sudáfrica se ha saldado con 21 detenidos y 74 heridos en la ciudad de Barcelona, donde se han producido incidentes en varias zonas de la ciudad (…) 86 incendios urbanos en contenedores y vehículos en varias poblaciones catalanas. (…)

 
»En la Fuente de las Batallas de Granada, la celebración se tornó en enfrentamiento cuando varios agentes de la Policía Local intentaban acordonar el monumento para impedir que sufriese daños. En ese momento, surgió entre los agentes y los aficionados alguna fricción que encontraron su cumbre cuando sobre los policías cayeron varias litronas arrojadas desde la multitud. (…)

 
»Un total de 16 personas sufrió heridas en Palencia la pasada madrugada en el transcurso de las celebraciones por el triunfo de la selección española en el Campeonato del Mundo de Fútbol (…).

 
»Cuatro jóvenes, entre ellos un menor de 16 años, resultaron heridos anoche por arma blanca en Málaga tras la celebración de la victoria de España en el Mundial de Sudáfrica 2010» (Marca, 12/07/2010).

 
«Un hombre, de unos 48 años, ha muerto esta madrugada ahogado en la piscina municipal de Herguijuela (Cáceres), después de que un grupo de personas, que celebraban la victoria de España en el Mundial de fútbol, forzasen una valla para acceder al recinto. (…) También celebrando la victoria mundialista, un hombre de 33 años ha fallecido en Algeciras tras caer por un balcón» (Terra, 12/07/2010). Pero, tranquilos, que casi nadie se ha enterado. No han salido en las portadas de los diarios, ni los programas sensacionalistas han acudido rápidamente a entrevistar a sus viudas, familiares, vecinos, para que ofrecieran los detalles macabros y los elogios fúnebres que tanto gustan en otras circunstancias. En este caso no; no se puede contaminar la celebración con noticias tan desagradables.

 
«Un hombre acaba con fractura cervical al celebrar la final del Mundial» (El Correo, 13/07/2010). Que alguien lo entreviste inmediatamente, o a la portera de su casa, a quien sea. Ah, ¿no? ¿Nadie lo va a hacer?
Y es que la gente pierde la cabeza… No sólo la gente. ¿Cuántos se han enterado de que una estatua barroca de Neptuno fue decapitada en Valencia durante la celebración? (Europa Press, 13/07/2010). Imaginemos que hubiera ocurrido durante una manifestación por cierta causa política o por los derechos de alguna minoría; la cabecita en cuestión, o la estatua sin ella, habría sido portada de muchos periódicos y telediarios, y muchos habrían reclamado para los manifestantes la misma condena que al dios en cuestión. Pero nadie se enteró: no se puede aguar la fiesta del fútbol con decapitaciones de estatuas barrocas.

 
UNA VISIÓN DIFERENTE

 
En los medios masivos el discurso oficial sobre la “victoria” ha sido hegemónico. La única voz discretamente disidente que pude escuchar en la radio (seguramente hubo alguna más) fue la del historiador Julián Casanova un par de días antes de la final, identificando el clima social generado con un chovinismo preocupante.

 
A los pocos que se han atrevido a dar la nota distanciándose de los fastos, se les ha respondido: “Tranquilo, no te agobies, si total en un par de días habrá pasado todo”. Hombre, ningún país ni cuerpo ninguno aguanta una melopea permanente. Pero hay tendencias sociales que se van jalonando a base de estos movimientos de masas espasmódicos. La celebración de los días pasados es un hito, y no precisamente positivo. La supuesta unidad de espíritu de los españoles, está basada en una “victoria” (es decir, se fomenta el espíritu de competición, enfrentamiento, superioridad; mil veces por encima del supuesto afán de superación de personal que nos han vendido los medios del sistema y el establishment).

 
Recuerdo el testimonio de un militante socialista que en un documental de los años 70 relataba su experiencia bajo el Tercer Reich: aunque abominaba las ideas de esas masas fanatizadas, de algún modo admiraba, incluso envidiaba, a ese colectivo homogeneizado, lleno de fe y esperanza en una Alemania mejor; en alguna de las concentraciones que presenció le costaba desvincularse de la marea humana.
Por supuesto, una celebración futbolística no es un mitin de Hitler. No tienen nada que ver. ¿O pueden tenerlo? Sociológicamente hay algunos puntos de contacto. Los mecanismos de dinámica gregaria, de fusión en la masa, son similares. Una lectora comenta agudamente en un blog: «Personalmente me produce casi tanto pavor la masa que se reúne por una supuesta alegría (generalmente es supuesta) como la masa que se reúne por odio (que generalmente no es supuesto) o similares». Es lógico: si millones de personas son capaces de dedicar una noche (o varios días) a una celebración por un simple resultado competitivo, es fácil imaginar que al menos unos cuantos de ellos, convenientemente bombardeados con mensajes de pánico a cierto colectivo o a peligros amenazantes, se movilicen también para fines menos deportivos. Lo que es más raro de ver es que se movilicen por asuntos realmente positivos.

 
Escribe Antonio Canaves: «La euforia vivida por las multitudes ante aquellas pantallas gigantes no era para escenificar como políticos devolvían todo el dinero robado al pueblo, o las fuerzas de la OTAN invadían los paraísos fiscales. (…) Aquella gente gritando de alegría a través de las ventanas de su casa no lo hacían para anunciar la abolición de las hipotecas o prohibir el desahucio. (…) Todos aquellos coches despertando a todos los barrios con sus bocinas, no lo hacían porque al día siguiente, ya no irían a trabajar por un mísero jornal, y ya nadie más se enriquecería a costa de su trabajo e ingenio. (…) Las fachadas engalanadas con banderas, [no] son porque en este país no está dividido en ricos y pobres, todos sus ciudadanos son iguales y nadie se puede enriquecer a costa del trabajo de otros» (Fútbol: el opio del pueblo).

 
Vicente Verdú reflexiona sobre los movimientos de masas a partir del partido en cuestión en su reportaje “A la gente le gusta la gente” (El País, 19/07/2010). Acertado título: a la gente le gusta el rebaño, y sobre todo le gusta que gane “lo suyo” (en fútbol, Fórmula 1, óscars, Eurovisión, declaración del Misterio de Elche como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad… lo que sea). Hasta el punto es así que se puede decir: ¡Qué poco gusta el fútbol! Escribe Verdú: «Lo que más interesa a la gente es estar con la gente, pertenecer a su abundancia e incluso jugar con el espectáculo, creado justamente, de ser asombrosamente muchos. De esa masa innumerable se deriva la noticia en primera y cada cual, componiendo esa formación, recibe su diploma de participación en el suceso extraordinario.

 
»El éxito, tanto de los programas del corazón como de las historias “con interés humano” dan idea de que la gente es tema estrella de la gente. Ni los restaurantes importantes lo serían sin mucha clientela ni los musicales ganarían atracción sin colas. (…)

 
»¿Asombrosas manifestaciones con motivo del Mundial, del desastre del Prestige, de la muerte de Lady Di, del asesinato de Miguel Ángel Blanco, del fallecimiento de Juan Pablo II o del 11-M?

 
»Una exposición de Sorolla en el Museo del Prado atrae hasta medio millón de visitantes porque, además de ser excepcional, su excepcionalidad se agiganta en las noticias para millones de receptores. Sorolla, como Shakira, se hacen grandes al mediatizarse en estas cámaras de recauchutado. Ni el amor por la pintura, ni el amor por la música ni las gestiones del ministerio serán más eficientes que el contagioso virus informativo que difunde la televisión y los otros medios. (…) De hecho, lo realmente atractivo en la última gran exposición de Sorolla (o de Tiziano, fíjense) en El Prado no radicaba en el hermoso poder de sus pinturas sino en el hegemónico poder de la cola. Todo lo que tiene cola goza de simbólica solemnidad, sea en las bodas o en las visitas al museo. (…)

 
»A la gente le gusta la gente, se fía cuando acude mucha gente. La gente anima y brinda seguridad, donde hay concentración de comensales se come bien.

 
»La moda es un ejemplo elocuente del contagio genético que logra involucrar a tantos como para transformar un producto en un factor de época y un diseño en un designio. Puede que el fervor (como la moda) no dure mucho, puesto que nada de lo que es contemporáneo nace para perdurar, pero son tan productivas porque el modelo dominante es el impacto y su canon el acto terrorista.

 
»Todos los medios de comunicación de masas desarrollaban la función de hipnotizar a las masas. El fútbol, evidentemente, en uno de los primeros puestos

 
Verdú, como buen posmoderno, analiza con buen ojo, pero no llega a mostrarse realmente crítico con el fenómeno; concluye su reportaje: «Estos fenómenos de comunicación que tienen una velocidad siempre mayor y pueden producirse en cualquier campo (…) no conocemos su explicación científica, pero los palpamos. No calculamos su magnitud, pero es esto, precisamente, lo que los hace abrumadoramente grandes

 
En los grandes medios, pocas voces críticas ha habido. Una destacable excepción me ha parecido la de esta columnita de Paloma Pedrero, titulada “Y no vibré” (La Razón, 17/07/2010). La reproduzco completa, merece la pena:

 
«Nunca me ha gustado el fútbol, mis lectores lo saben. Muchas son las razones pero, a estas alturas, la verdaderamente válida es sólo una: no logro encontrarle el placer, el sentido, la belleza. No obstante, para no sentirme rara y fuera del juego de mi tribu, lo intenté. Preparé la tarde de la final del mundial con todos los requisitos de una auténtica devota: invitación de amigos a casa, merendola y cervecita fresca. Frente al televisor hicimos lo propio: animar, gritar, encanallarnos con las patadas holandesas, mucho uff, y levantada con el gol que dio la victoria a España. Alegrón. Después, mi hija y yo, nos lanzamos a la calle, sonrisa en boca, para vivir el ambiente. La sonrisa se nos congeló un poco con los petardos, las motos locas, las bandas de chicos animalescos, las cuatro y reiteradas cancioncillas primates, las botellas rotas. Nos daba temor cruzar la calle entre tanta bocina disparada. En definitiva, nos alegrábamos de tanta alegría, pero no era la nuestra. Para mí era como una guerra lúdica, si es que eso puede existir. Las tropas españolas celebraban su victoria contra las holandesas. Habíamos conquistado el territorio del mundo. El mundo era español y nuestra bandera era la única. ¡A por ellos, oé! Sentí un miedo irracional. Miedo. Comprendo que la gente, con tanta crisis y agonía, necesite celebrar aunque sea la labor de otros; comprendo que esos chicos que jugaron son llanos y simpáticos; comprendo que todos necesitamos vibrar alguna vez en común. Pero a mí, con perdón, me gustaría que vibrásemos juntos por otras cosas. Sí, esas tantas cosas hermosas y necesarias que nos hacen ganar siempre. Y contra nadie

 
Fernando Savater da una de cal y otra de arena. Tras confesar su desinterés por el fútbol, se declara admirador de algunos “futbolfilósofos” como Juan Villoro. Pero añade un comentario interesante: «Necesitamos un adversario exterior para sabernos habitantes de una misma ciudad. Y nuestra unión se sustenta más en estandartes y clamores jubilosos que en la defensa razonada de derechos y garantías compartidas. En El miedo a los bárbaros, Tzvetan Todorov señala que en nuestras democracias acomodadas hay más personas dispuestas a defender con su vida una trinchera dando vivas a la patria eterna, al honor, a la libertad o a otras entidades igualmente abstractas y glamurosas (por ejemplo, la selección nacional de fútbol) que en arriesgar el pellejo cuando llegue el caso vitoreando a la seguridad social, a la educación general obligatoria o a la igualdad de los ciudadanos ante la ley, conquistas prosaicas y devaluadas por carencias burocráticas. En España sobran héroes a la hora gloriosa de los laureles, pero hay déficit de ciudadanos para respaldar y reclamar las obligaciones comunes del día a día...» (El País, 22/07/2010).

 
ALGUNOS CONSEJOS
Tras hacer un recorrido por el discurso oficial, y analizarlo someramente, me atrevo a lanzar algunos consejos, por si alguien se anima a tomarlos en consideración:

  • Si te gusta el fútbol, disfruta del buen juego lo haga quien lo haga, y acepta deportivamente que se pierda un partido. En tal caso, no consideres que ha sido una “derrota” (y mucho menos tu derrota), y atesora los buenos momentos del encuentro.
  • Haz que sea real el dicho “lo importante es participar” (desmentido cada día por el actual deporte-espectáculo de consumo y de sensaciones).
  • Si no te gusta el fútbol, fomenta entre quienes sí son aficionados el gusto por el juego, no la sed de victoria.
  • Que tus celebraciones sean proporcionadas al éxito obtenido; recuerda que el fútbol, como tantas otras cosas, es sólo un juego.
  • No idolatres símbolos, por muy profundo que sea el significado que ves en ellos.
  • Si buscas un Dios, el fútbol o la patria no pueden serlo. Si ya conoces a Dios, comprobarás que no puedes servirle a él y otros señores. Si puedes, es que tu dios es falso.
  • Si buscas identidad, las banderas quizá te la roben, en lugar de proporcionártela. Encontrarás tu identidad más genuina en valores realmente trascendentes y humanos (en el sentido más elevado del término).
  • No tengas miedo a no ser masa. Eso sí, has de saber que ese intento te traerá incomprensión. Pero no cedas y expresa lo que pienses con iguales dosis de firmeza, respeto, buen humor y capacidad didáctica (aunque parezca imposible, y aunque el presente artículo lleno de imperfecciones pueda desmentir este ideal, no abandonemos el intento de ser auténticos).
  • Aunque haya millones que a tu alrededor se alegran contigo, nunca pienses que ese sentimiento deba ser obligatorio. Acepta que otros lo vean diferente.
  • Huye de tópicos, que son el refugio de la mediocridad. Todos incurrimos ocasionalmente en alguno, pero no permitas que te definan.
  • Cuando estés en el grupo-masa, no realices conductas que no harías fuera del grupo. Sé auténtico, no un espejo de la marea humana.
  • Pruébate a ti mismo: ¿Eres capaz de celebrar algo sin consumir drogas? (Incluye el alcohol, por supuesto).
  • Es legítimo sentir satisfacción y alegría, pero desprecia el orgullo, que es un sentimiento vano y un contravalor. Aparte de que nada hay más absurdo que sentir orgullo por algo que uno no ha hecho.

jueves, 1 de abril de 2010

“Hoaxes” políticos

Arritxu Zuri (arritxuzuri@gmail.com)


Dedico un artículo especial a una modalidad de hoaxes muy frecuente, como son los bulos de contenido político. La información política y social se presta a distorsiones muy variadas, que trascienden la naturaleza chapucera de los hoaxes para entrar en el campo de la manipulación. El cuestionamiento por la veracidad o falsedad de la información afecta tanto a los grandes medios de comunicación “del sistema” (en los que se distorsiona la información mediante procedimientos a veces sutiles, a veces descarados) como a los medios “alternativos” (entre los que los hay serios y conspiranoicos).

El comprensible desprestigio de algunas disparatadas teorías conspiranoicas ha alcanzado a ciertos análisis que cuestionan las informaciones de los grandes medios sobre asuntos de máxima gravedad. A veces se clasifican como hoax análisis serios que critican las versiones oficiales de sucesos como el 11-S. Aunque circulan muchas paranoias sobre estos temas, es necesario contrastar la información. Sobre este asunto, recomiendo el artículo 11-S: De la zorra y sus ayudantes.

Volviendo a los hoaxes, algunos de contenido político que he recibido son los siguientes:

 La Amazonia, parte de Estados Unidos en mapas de escolares de ese país. Se denuncia aquí su falsedad: http://www.nodo50.org/tortuga/Denuncia-sobre-la-posible-falsedad

 La Ley de Educación de Venezuela otorga custodia de los niños al estado. La falsedad de esta información se expone por ejemplo aquí: http://www.aporrea.org/educacion/a80652.html

He comprobado que un alto porcentaje de los hoaxes de contenido político recibidos durante años está referido al mundo islámico, y siempre con intenciones difamatorias o con afán de promover el prejuicio hacia los musulmanes. Este tipo de mensajes se caracterizan por la ignorancia sobre la realidad que supuestamente denuncian; por ejemplo, confunden sistemáticamente los conceptos “árabe” e “islámico” (a veces introducen el de “moro”, por ejemplo para referirse a los iraníes, ¡que son de origen indoeuropeo!); manipulan imágenes o les añaden textos que falsean su interpretación, tratan casos aislados y anecdóticos como si fueran la norma en ciertos lugares…


Boda de adultos con niñas en Palestina

Uno de los hoaxes más llamativos (pues fue publicado por medios pretendidamente serios) es el de la supuesta boda de adultos con niñas en Palestina, auspiciada por Hamás. Al ir acompañado de fotos de niñas vestidas de novias junto a hombres vestidos de novios, la información parecía cierta. En los siguientes enlaces se explica cómo las niñas acompañaban a los novios por ser hijas de matrimonios anteriores de las novias:





Niño al que se le amputa una mano

Otro, mucho más antiguo, es el de un niño al que supuestamente se le amputa una mano en Irán (por robar o por hacer un monigote llamado Mahoma, según versiones); va acompañado de unas tremendas imágenes. Esta web explica el montaje en torno al asunto:

http://mensajesenlaruta.blogspot.com.es/2010/05/el-nino-al-que-le-paso-un-auto-por-el.html

Sobre las manipulaciones informativas en torno a Irán, véase el siguiente dossier: ¿Dejaremos que los masacren?


Capellán de prisiones e imán “yihadista”

En otro mensaje, titulado “Alá o Jesús”, atribuido al capellán de prisiones en Estados Unidos Rick Mathes, este pastor expone su supuesta conversación con un imán (corrijo las abundantes faltas de ortografía y redacción):


“-Por favor, y corríjame si me equivoco, pero entiendo que la mayoría de imanes y clérigos del islam, han declarado la yihad (guerra santa) contra los infieles del mundo. De modo que según el Corán, matando a un infiel, que es una orden absoluta para todos los musulmanes, tienen asegurado un lugar en el cielo. Si esto es realmente cierto. ¿Puede usted darme una definición de infiel?

“Sin discutir mis palabras, contestó con seguridad:

“-Son los no creyentes en Ala y en Mahoma su Profeta.

“Contesté:

“-Permítame asegurarme que le entendí bien. A todos los seguidores de Alá les ha sido ordenado matar a todo el que no es de su fe para poder ir al cielo? ¿Es correcto?

“La expresión de su cara cambió de una autoridad, a la de un chico con la mano en la lata de galletas. Vergonzosamente. Contestó:

“-Así es.

“Agregué:

“-Pues bien, señor, tengo un verdadero problema tratando de imaginar al Papa Benedicto ordenando a todos los católicos matar a todos los de su fe islámica, o al Dr. Billy Graham ordenando a los protestantes hacer lo mismo, para ir al cielo.”

En la siguiente página (en inglés) se explica cómo el pastor Mathes existe, pero ni el texto fue escrito por él, ni el encuentro narrado en el hoax fue con un imán (sino con un preso musulmán muy ignorante) y en él no se afirmó ninguna de las palabras que se le atribuyen en el mensaje:



Holocausto

Uno de los ejemplos más completos de manipulación en relación con estos temas circula en forma de powerpoint con los títulos “¡Parece imposible!” o “Para no olvidar y no repetir la historia”. Se puede descargar y ver aquí:


El documento parte de una “noticia” que resulta ser un hoax; dice: “Recientemente, el Reino Unido eliminó el Holocausto de sus currículos escolares porque 'ofendía' a la población musulmana, que afirma que el Holocausto nunca sucedió”. “Recientemente”, sin una fecha en el texto, no significa nada. En realidad no es tan reciente, pues la “noticia” es de hace años. La siguiente información (en inglés) explica que la enseñanza sobre el Holocausto es obligatoria en el Reino Unido (y se da en profundidad, con alguna visita a Auschwitz incluida), y que la información partió del testimonio de un solo profesor anónimo que dijo dudar sobre si dar ese o no por no ofender a ciertos alumnos:


He aquí un agudo análisis (en inglés) de este hoax, en el que además se explica cómo la bola falsa ha ido creciendo, con nuevas distorsiones, como la de decir que ha sido ¡la Universidad de Kentucky (UK)! la que prohibió el Holocausto en sus estudios, sin duda por confundirse sus siglas con las del Reino Unido (United Kingdom). Luego otros han ido añadiendo otras tonterías al powerpoint en cuestión:

Para colmo, la presentación está repleta de distorsiones y disparates históricos. Los siguientes artículos ofrecen un análisis bastante completo de los mismos:



A ellos se puede añadir lo siguiente:

1) La presentación habla de Eisenhower como si fuera un héroe de la libertad y de los derechos humanos. No hace falta recordar la visita que en 1959 hizo a España, ya como presidente de Estados Unidos, para legitimar el régimen criminal de Franco. Basta con conocer el holocausto que él mismo causó como general durante la Segunda Guerra Mundial, tal como documenta el escritor canadiense James Bacque en su libro Other Losses, sobre el que hay amplia información en Internet; por ejemplo:


2) Se cita a Irán como potencia negadora del Holocausto (lo cual es falso), incitando así al quizá inminente ataque imperialista sobre este país.

3) Sigue diciendo: “Este es un presagio intimidante sobre el miedo que está afectando al mundo, y al cual cada país se está dejando llevar muy fácilmente”. Me pregunto: ¿Miedo a qué? ¿Quiénes provocan miedo? ¿Los supuestos negacionistas del Holocausto, o los que provocan otros holocaustos hoy en día?

4) El documento termina con la inevitable apelación emocional característica de todos los hoaxes, mediante la que nos incitan a una difusión masiva: “La intención de enviar este email, es que sea leído por lo menos por 40 millones de personas en todo el mundo. Sea uno mas en esta corriente mundial y ayude a enviar este email al mundo entero”.

5) La historiografía actual sobre la Segunda Guerra Mundial está echando por tierra el mito de los “americanos” buenos que vinieron a Europa a enfrentarse a los malos, tan del gusto de la propaganda de Hollywood. Cada vez se conocen mejor las masacres de civiles (que incluso estratégicamente resultaban “innecesarias”) llevadas a cabo por el ejército aliado. He aquí dos ejemplos:



¿Cuántas películas se han hecho sobre los holocaustos de Hiroshima y Nagasaki? ¿Cuántas sobre el internamiento de toda la población japonesa de Estados Unidos en campos de concentración durante los años que duró la guerra? Por no hablar de los holocaustos actuales: Irak, Palestina... y pronto Irán.

Antes de reenviar un documento masivamente, comprobemos mediante búsquedas críticas en Internet si lo que nos mandan es cierto o no.
 
Si consideras que esta información es útil, puedes reenviarla a tus contactos, ¡pero por supuesto respetando las precauciones antispam! Está disponible en esta dirección:

http://arritxuzuri.blogspot.com/2010/04/hoaxes-politicos.html